miércoles, 8 de mayo de 2013

LYNCH EN CINETECA VIDA DE BAIRES


C I N E T E C A   V I D A
p r e s e n t a
CICLOS DE CINE - TEMPORADA 2013

Boulogne Sur Mer 549
Bono contribución : $ 15.-

Martes 14 de Mayo a las 20:15 hs.
EL HOMBRE ELEFANTE
Dirección: DAVID LYNCH
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Título original: The elephant man / Guion: Eric Bergren, Christopher De Vore y
David Lynch / Fotografía: Freddie Francis / Montaje: Anne V. Coates / Música: John Morris  /
Dir. de arte: Robert Cartwright / Escenografía: Hugo Scaife / Diseño de vestuarios: Patricia Norris / Peinados: Paula Gillespie y Stephanie Kaye / Maquillajes: Beryl Lerman y Michael Morris / Efectos visuales: David Smith / Efectos especiales: G. Longhurst, P. Corbould, N. Corbould, M. Gutteridge y G. Inns / Producción: Jonathan Sanger, Stuart Cornfeld y Mel Brooks / Productoras: Brooksfilms y EMI Films / Costo: US$  5.000.000 /

Origen: Inglaterra y EEUU / Año: 1980 / Duración: 124 minutos

Elenco:
Anthony Hopkins, John Hurt, Anne Bancroft, John Gielgud, Wendy Hiller, Freddie Jones, Michael Elphick, Helen Ryan, John Standing, Dexter Fletcher, Lesley Dunlop, Phoebe Nicholls, Pat Gorman, Claire Davenport, Orla Pederson, Patsy Smart, Frederick Treves, Stromboli, Richard Hunter, James Cormack, Robert Lewis Bush, Roy Evans, Joan Rhodes, Nula Conwell, Tony London, Alfie Curtis y otros

(…) David Lynch dirigió la película “El hombre elefante” está basada en un hecho real. John Merrick, el “monstruo de la era victoriana”, vivió en el Hospital Londres hasta su muerte en 1890. Víctima de una enfermedad incurable, su vida, llena de desengaños e infortunios, ha sido llevada varias veces al cine y al teatro. Y sobre todo explotado en un circo como si fuera un monstruo. Merrick es descubierto por Frederick Treves, un médico que le salva de su “propietario”, un feriante de medio pelo que le ha convertido en una atracción en un circo. John Merrick, tras varios años de humillación, consigue descubrirse a sí mismo como ser humano y conoce lo que es ser tratado con la dignidad que se merece. Así, de su deforme máscara, surge una personalidad sorprendentemente  buena y cultivada. Aún así, la hipocresía de la alta sociedad victoriana, llevada por un equivocado ideal de belleza, permitirá que siga siendo considerado un salvaje. Ésta es su enorme tragedia: el “hombre elefante” nunca dejará de serlo” (…)
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(…) “El hombre elefante” es, quizás, una de las películas más triste que haya filmada, y lo que ahonda la aflicción que produce su contemplación es que John Merrick, el ser deforme que causaba la repulsión e inflamaba el morbo de cuantos le veían, existió de verdad. Hace poco se ha descubierto que su nombre real era Joseph Carey Merrick, y aunque inicialmente se pensó que la extraña enfermedad que alteró de forma tan horrible su anatomía era la neurofibromatosis, las teorías más recientes apuntan a que pudo padecer un mal llamado síndrome de Proteus. Por supuesto, el guión aúna anécdotas verídicas con otras ficticias. Algunos de los otros personajes que aparecen también existieron, como el doctor Frederick Treves. También es cierto que Merrick gozó de una gran popularidad en su tiempo. Era poco menos que una leyenda, pero ¿quién quiere para sí una fama adquirida de esa manera? Otro episodio extraído de la realidad es que recibió la visita de la princesa de Gales, y que se le asignó una vivienda en el London Hospital. Ahora bien, la mayor parte de los sucesos truculentos que le sobrevienen en el filme forman parte del terreno de la ficción. Para empezar, parece ser que la idea de exhibirse como una atracción de feria partió de él, ya que, dadas sus condiciones físicas, estaba incapacitado para desempañar cualquier trabajo. Así las cosas, no fue sometido a tantas sevicias y vejaciones como se ven en la película, aunque bastante sufrió con tener esa apariencia.
John Hurt aceptó el reto de encarnar al hombre elefante –así se le conoció en vida–, y cuajó una interpretación soberbia. La exposición diaria a las abrasivas sesiones de maquillaje debió de ser un tormento para él, pero estas pejigueras le reportaron, a la postre, el papel más importante de su carrera, que le valió el reconocimiento unánime de la crítica. Aspectos a destacar de su interpretación son, por un lado, la manera de andar entre coja y gibosa a imitación de un ser contrahecho, y, por otro, la peculiar pronunciación nasal y gangosa, ya que Merrick estaba aquejado de una bronquitis crónica. El doblaje al español es magnífico, y el actor que puso la voz al hombre elefante merece mis felicitaciones. (…)
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(…) El “Adagio para cuerdas” del compositor estadounidense Samuel Barber, considerada por muchos melómanos como una de las expresiones más perfectas del dolor y la tragedia, y que está incluida sobre estas mismas líneas y en la música del segundo largometraje de David Lynch, acompaña los últimos momentos de la película y de la vida de John Merrick (el tristemente célebre hombre elefante, de verdadero nombre Joseph Merrick), y es imposible imaginar mayor humildad y belleza en esos momentos.
Humildad y belleza porque, a pesar de que incluyendo este tema desolador podría pensarse que el relato cae en los pantanosos terrenos del melodrama, jugando por tanto a hacer un espectáculo del dolor, en realidad se erige como homenaje a la dignidad y la lucha de un hombre asombroso, cuya enfermedad es una de las mayores tragedias íntimas de que hay noticia, pero mayor tragedia fue el desprecio, el maltrato, la humillación de la mayoría de personas que se cruzaron en su vida, que son los auténticos monstruos de esta historia devastadora. (…)

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