domingo, 11 de agosto de 2013

Este martes en cineteca vida de Buenos Aires

C I N E T E C A   V I D A
p r e s e n t a
CICLOS DE CINE - TEMPORADA 2013
Boulogne Sur Mer 549
Bono contribución : $ 15.-
 
Martes 6 de Agosto a las 20:15 horas
BRANCALEONE
EN LAS CRUZADAS
Dirección: MARIO MONICELLI
 Imágenes integradas 1
Título original: Brancaleone alle Crociate / Guión: Agenore Incrocci, Furio Scarpelli y Mario Monicelli / Música: Carlo Rustichelli / Fotografía: Aldo Tonti / Montaje: Ruggiero Mastroianni / 
Diseño de Vestuario: Mario Garbuglia y Ugo Pericoli / Maquillaje: Giusy Bovino y Rino Carboni / 
Producción: Mario Cecchi Gori y Ahmed Rachedi /
 
Origen: Italia / Año: 1970 / Duración: 116 minutos / Formato original: 35 mm / Formato de proyección: DVD /
 
Elenco:
Vittorio Gassman, Adolfo Celi, Stefania Sandrelli, Beba Lon, Gigi Proietti, Lino Toffolo, Paolo Villaggio, Gianrico Tedeschi, Sandro Dori, Shel Shapiro, Ceuru Abgui, Djamel Abu, Christian Aligny, Franco Balducci, Remo Bonazota, Pietro De Vico, Gildo Di Marco, Mokthar Dib, Arnaldo Fabricio, Edda Ferronao, 
Renzo Marignano, Augusto Mastrantoni, Alberto Prebani, Hassan Hassani, Ali Mansourane, 
Hilmi Said, Orazio Stracuzzi y otros.
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(…) La esperada secuela de "La Armada Brancaleone". El caballero medieval Brancaleone Da Norcia organiza una expedición hacia Tierra Santa,liderada por un monje visionario, pero bastante desorientado para encontrar el camino a Jerusalén. En su camino se encontrarán con otro grupo que les acusa de herejía, además de mutilados, leprosos y brujas...
Mario Monicelli estrenó el film cinco años después de "La armada Brancaleone", que había obtenido notable repercusión. "Brancaleone alle crociate / Brancaleone en las Cruzadas” se vincula con el primer episodio a partir de la llegada del "héroe" a tierra firme, luego de su peregrinar para incorporarse a las Cruzadas.
Se destaca la extraordinaria fotografía de Aldo Tonti, que realza el recorrido de Brancaleone por Tierra Santa. En esta ocasión, éste no lleva a cabo su periplo sólo con la compañía de su ejército -tropa curiosa pero tropa al fin- sino tambien con un agregado femenino bien diferente: la princesa rubia que se vale de sus servicios (Beba Loncar) y una muchacha a quien acusan de bruja (Stefanía Sandrelli).
También vale la pena destacar a tres de los nuevos miembros de su "Ejercito": el cruzado alemán sicópata interpretado por Paolo Villagio, el penitente cristiano masoquista, un muy particular leproso y la aparición del gran Adolfo Celli interpretando a un rey que sólo habla en rima.
Mario Monicelli y sus guionistas habituales, Age y Scarpelli, urden una trama que encadena maravillosos y divertidos gags (que en su época fueron transgresores), en lo que parece un precedente de algunas parodias de Monthy Pyton.
En el Festival de San Sebastián de 1971, "Brancaleone alle Crociate" recibió el premio a la mejor interpretación masculina para Vittorio Gassman. (…)
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MARIO MONICELLI
(15 de mayo de 1915, Viareggio, Toscana –
29 de noviembre de 2010, Roma, Italia)
 
(…) Un grande de la comedia (y no tan comedia) italiana. Sus principios con Totò marcó fuertemente su trayectoria hacia la comedia, la baza que más utilizó. Pero es en sus planteamientos dramáticos donde la profundidad de su mirada puede verse más clara. Como suele suceder en la comedia, la propia gracia del humor enmascara la artesanía del cine que permite llegar a ella. El médico y el curandero (Il medico e lo stregone, 1957), Rufufú (I soliti ignoti, 1958), o La gran guerra (La grande guerra, 1959), son ejemplos de ello, siendo uno de los modelos más importantes de la llamada comedia a la italiana, que influenciaría la comedia de postguerra gracias a su marcado tono costumbrista y lleno de humor negro –negrísimo-. Un estilo que nunca dejaría ninguna de sus películas, ni tan si quiera la últimas. Desde la dirección de actores, al montaje o el uso del sonido, siempre aparecerán trazas de esos orígenes de sus narrativas y formas esperpénticas.
 Su comedia evolucionó, cada vez más bruta y más irreal, encontró en el absurdo y lo grotesco ese nuevo vínculo con el costumbrismo que siempre le ha preocupado e interesado tanto. Las dos películas sobre la figura de Brancaleone, La armada Brancaleone (L'armata Brancaleone, 1966) yBrancaleone y las cruzadas (Brancaleone alle crociete, 1970), Queremos los coroneles (Vogliamo i colonnelli, 1973), y Habitación para cuatro (Amici Amei, 1975) acercaron sus películas a un sentido más trágico que sus predecesoras, empezando a perfilar lo que acabaría siendo su estilo más completo y complejo. A diferencia del drama implícito de sus primeras comedias a la italiana, con un tono social muy evidente y relevante, estas nuevas comedias, más enfocadas en el gag y en la exageración, proporcionan a Monicelli la oportunidad de dibujar lo trágico de sus personajes a través de una poética y lirismo que no existía anteriormente, una cualidad que podría recordar al estilo y al cine de Pasolini, y que acabaría siendo una marca indudable del talento de Monicelli.
En su tercera etapa, personalmente donde encontramos sus grandes filmes, Monicelli se apodera directamente del drama y lo combina deliberadamente con la comedia. El equilibrio de la mezcla, a parte de perfecto, es explosivo.Un burgués pequeño, muy pequeño (Un borghese piccolo piccolo, 1977), El Marqués del Grillo (Il Marchese di Grillo, 1981) y La doble vida de Matías Pascual (Le due vite di Matia Pascal, 1984). Obras magnas sin aparentarlo, profundamente humanas y un reflejo demoledor del hombre medio contemporáneo, Monicelli toca el cielo y encuentra el orden exacto para expresar su universo.
Incansable narrador hasta sus últimos días sin perder nunca la frescura, su cine es una obra tan completa y extensa que considero, incluso lo irregular de ella, de sus mejores y también de las menos afortunadas películas, un reflejo de un país, de una cinematografía y a la vez de un cineasta. Uno de los más grandes, con un legado sobre la miseria humana imprescindible. (…)
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Vittorio Gassman segun Mario Monicelli…
Fue conmigo que Vittorio ingresó al cine como actor de comedia, con "Los Desconocidos de Siempre". Antes de eso, hasta fines de los años cincuenta, sólo se conocía su faceta de actor serio, dramático. El hecho es que nosotros dos éramos amigos, grandes amigos.
Como yo frecuentaba mucho a Vittorio, y en ámbitos que excedían los escenarios, sabía que su profunda capacidad de observación le permitían el humorismo y la parodia. En el teatro Vittorio adoptaba un tono autoritario que no utilizaba en la vida real, en la que se destacaba por ser un hombre de un ingenio irresistible y un director tenaz y explosivo.
Teníamos mucha confianza. Recuerdo largos paseos que abundaban en discusiones y contrastes, pero que se caracterizaban siempre por su tono humorístico. Si había algo que invariablemente lo irritaba, eran mis opiniones sobre la tragedia griega. El la idolatraba, le parecía algo sagrado, intocable. Yo le contestaba que, a mi modo de ver, tenía una retórica pomposa y que, en el fondo, todas las tragedias clásicas no eran más que libros policiales. No lo soportaba.
Cuando le propuse interpretar un personaje cómico, el de Los desconocidos de siempre, con guión de Age y Scarpelli, a quienes apreciaba mucho, Vittorio aceptó con sorpresa y entusiasmo. Finalmente se permitía ser él mismo. El rodaje fue muy placentero y gracioso. También fue ahí donde se conocieron Gassman y Totó, que encarnaba al gran maestro de robo de cajas fuertes. Junto con los hermanos Marx, Totó era el cómico a quien más admiraba Vittorio. Según me contó, lo dejaba pasmado. Lo encontraba sorprendente, su genio cómico superaba en mucho todo lo que él pudiera haber imaginado.
Luego Vittorio rodó conmigo "La Gran Guerra" y, a fines de los años sesenta y principios de los setenta, se convirtió en Brancaleone.
Fueron dos películas, "La Armada Brancaleone" y "Brancaleone en las Cruzadas". Una vez más el personaje está pensado para él. Age y Scarpelli pensaban en una saga
medieval que fuera realista, en oposición al mundo de los caballeros andantes y las doncellas remilgadas que suelen pintarnos en la escuela. El nuestro sería un medioevo bárbaro, salvaje, repleto de miseria y suciedad, habitado por caudillos corruptos y groseros.
Vittorio le dio pleno sentido a todo: en el papel de Brancaleone se auto parodió de manera genial; se burló de su propia exaltación y retórica de actor serio reconocido y consumado. Construimos un lenguaje absurdo, "medievalizante" y cómico, que caracterizó a Brancaleone.
Vittorio se posesionó totalmente del personaje, logró comprenderlo, interpretarlo con soltura, hacerlo creíble. Nuevamente el clima de trabajo se destacó por su tono divertido y liviano, como pasa cuando se trabaja con grandes actores, con aquellos cuya solvencia no tiene límites.
 
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